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Nadie pensó en las
consecuencias de sus actos el día en el que lanzaron la primera bomba, hace ya
sesenta años. Desde ese momento, comenzó la peor guerra que ha vivido la Tierra
en toda su historia. La llamaron la Gran Guerra, como si realmente estuviesen
orgullosos de lo que habían iniciado, diciéndole a todo el mundo que un gran
cambio se aproximaba.
Fueron años de destrucción,
muertes y pérdidas. Todos los países del planeta participaron en las grandes
batallas, buscando alzarse con el poder absoluto. Nadie estaba de acuerdo con
los gobiernos de los Tiempos de Paz, por lo que decidieron que lo mejor sería
que un solo país gobernase ante todos.
Los más pequeños fueron los que
primero cayeron, invadidos por los más grandes, sin embargo, pronto se formaron
las primeras alianzas, tratando de buscar apoyos para luego repartirse los
beneficios. Esa idea caló en todos, y pronto se convirtió en una guerra entre
únicamente dos bandos.
Diez años después, la Gran
Guerra se dio por terminada. Los vencedores formaron lo que denominaron como el
Gobierno; un gran grupo con los magnates más poderosos, que gobernarían el
nuevo mundo. Sin embargo, aquellas personas que perdieron la guerra, a los que
después denominaron como Traidores, fueron abandonados a su suerte.
El Gobierno aprovecho la
perdida de grandes ciudades para empezar una nueva civilización. Construyeron
edificios de alta tecnología, ciudades diseñadas para las comodidades de la
gente, o al menos de unas pocas. No todo el mundo disfruta del lujo. Las personas
fueron reagrupadas, encerradas en cinco Zonas distintas dependiendo de su clase
social. La Zona 1 quedó reservada exclusivamente para el Gobierno, mientras que
en la Zona 2 habitan los más ricos, junto con los líderes de las empresas. En
la Zona 3 vive la clase media, en la Zona 4 los más pobres, y en la Zona 5 los
Traidores.
En un comienzo, el bando
vencedor decidió que todos deberían morir. No merecían vivir en un mundo que
ellos defendieron por no conseguir. Pero el número era tan elevado que se temía
que la raza humana quedara reducida prácticamente a la mitad. Supongo que al
fin y al cabo nos necesitan.
Yo vivo en la Zona 5, junto a
mi hermana Debby. Mis abuelos participaron en la guerra en el bando de los
Traidores. Debido a esto nunca he conocido la vida fuera de las fronteras,
aunque tampoco tengo curiosidad. Solo algunas veces he llegado hasta la gran
alambrada que separa la Zona 5 de la Zona 4 por alguna misión.
Desde que mis padres murieron
en una redada policial, soy yo el que tengo que mantener a Debby. Ella está
enferma, infectada por un virus que apareció hace pocos años. No es mortal si
toma una dosis semanal de la medicina que produce una de las empresas del
Gobierno, pero es cara, y aquí solo se puede conseguir de contrabando. Por ese
motivo tengo que realizar de vez en cuando alguna misión.
Mi padre también ganaba dólares
globales gracias a estos encargos. Él me enseñó todo lo que necesitaba para
salir con vida de las más peligrosas. Aprendí a escalar, a moverme por los
tejados de manera rápida y precisa, a escapar cuando es necesario, pero supongo
que no es suficiente en un mundo como este. Le debo mucho, al igual que a mi
madre, por eso siempre trato de coger las misiones más sencillas. Las de
transporte son mis favoritas. Simplemente cojo el maletín y lo llevo donde me
indican.
Aunque mi hermana tenía nueve
años cuando mis padres fueron asesinados, ese hueco es difícil de llenar.
Siempre intento agradarla, protegerla, pero no siempre es posible. Con nosotros
vive mi amiga Jennifer desde el día que sus padres también murieron en una
pelea en un bar. Ella siempre está con Debby, y es como una madre para ella. Conoce
bien las plantas y sus efectos, por lo que hace remedios caseros muy buenos que
luego vende en la Central o intercambia por comida para todos. Desde que la
conocí cuando yo tenía diez años, siempre hemos estado muy unidos, y siempre he
podido contarle lo que me atormenta.
Con todo, la vida en la Zona 5
es dura. Hay asesinatos todos los días, robos y peleas, pero nadie hace nada.
Vivimos en una especie de anarquía, en la que todo el mundo se preocupa de lo
suyo y de nadie más. Si te entrometes en los asuntos de otras personas, acabarás
muerto, y nadie llorará por ti.
En otros lugares del planeta,
el Gobierno ofrece vigilancia y demás servicios, pero aquí ni si quiera
funcionan los hospitales. Muchos de los nuestros han conseguido pasar la
frontera y conseguir así otra oportunidad en otra Zona, sin embargo, muchos han
muerto en el intento. Nadie va a cuestionar la muerte de un Traidor.
A pesar de todo, se rumorea la
existencia de pequeños grupos, de organizaciones secretas que se organizan para
levantarse contra la situación, intentando implantar de nuevo aquellos de los
Tiempos de Paz. Pero nunca nadie ha sabido de ellos y tampoco se les ha visto
por aquí. Aun así, siempre tengo la esperanza de que sean reales, esperando mi
momento para formar parte de ellos y salir de aquí para siempre.
Mi nombre es Guillermo,
y esta es mi historia.
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